Ya es lunes...un lunes marcado por dejar atrás toda una semana que todos los cofrades hemos estado esperando todo un año y que se ha esfumado en cuestión de unas penitencias y a la vez disfrutes.
Hoy haré un pequeño repaso de como ha sido esta Semana Santa para los Capillitas pero especialmente para mí, pues he vivido nuevas experiencias y me gustaría compartirlas con todos vosotros. Aún así, la semana que viene, voy anunciando, que dedicaremos cada día a su correspondiente en la Semana Santa, en los que os ofreceremos todo el material recogido de distintas fuentes.
Empecemos...
Pues después de haber vivido con gran espera un mes de marzo marcado por la estabilización del tiempo, un tiempo soleado y con temperaturas más o menos cálidas, se acercaba el Domingo de Pasión, con grandes ganas de sacar al Nazareno para que Ciudad Real entera viese como es capaz de andar el señor, y de como el motor sevillano que empuja detrás,A.M. de los Reyes, nos haría impregnarnos de sones paradisiacos.
Pero el fin de semana entraba y la lluvia también. Con gran pena por parte de toda la cuadrilla y mirando el grisáceo cielo, nos quedábamos en puertas. Una pena. La suerte es que nos quedaba la Madrugá.
Después de este disgusto, esperábamos que no corriésemos la misma suerte el Domingo de Ramos, y así fue. Entramos en la semana grande con un cielo casi totalmente raso, un sol que hacía muy apetecible ese día, un día para disfrutar. Era hora de cautivar...
A servidor le tocó hacer salida, y por lo tanto vivir los momentos previos a la acción. Me tocó vivir la gran emoción que rebosaba en todos, que junto con el olor a incienso te involucraba en un ambiente más que adecuado para la ocasión, un ambiente para disfrutar. Pues salimos y el disfrute habitaba ya en las carnes, el tiempo pasaba volado, y los relevos eran esperas muy esperadas.
El pasaje me tocó vivirlo desde la bulla, un momento que aunque desde fuera, fue como siempre, algo increíble, algo parecido viví desde dentro pero en Plaza.
Lo demás del trayecto se caracterizó por la homogeneidad de sensaciones que tuvieron su culmen en la entrada en el barrio, hasta que finalmente, antes de entrar con el paso, tocaba relevo y ver al señor de Los Ángeles entrar en su casa. Un Domingo de Ramos para la historia.
El lunes tocaba descansar y mirando el tiempo para el martes, un martes amenazado por el mal tiempo.
Llegaba pues el martes y la lluvia arreciaba desde Ciudad Real a Puertollano, pero sin embargo había un presentimiento en todos nosotros de que el buen tiempo llegaría y así pasó. Unas horas después camino directo a sacar a la morena.
Llegó la hora, una gran seriedad dentro del paso, una cuadrilla admirable que me hizo vivir momentos que a nivel sentimental es casi imposible de describir.
Sonaba el Himno Nacional y nuestra Esperanza estaba fuera, era hora de demostrar el trabajo conseguido en los ensayos y de ronear con la morena, de darle el paseo que se merece. Una penitencia más sufrida, pero más sentida, admirable e inolvidable.
Aún siendo muchas más horas de procesión, se pasaron como si de un corto periodo de tiempo se tratase.
Salimos del barrio, alcanzamos la Mata, se pasó... y no me había enterado aún de nada. El tiempo pasaba velozmente, más aún con el disfrute del Pasaje de la Merced, que pareció un tramo de solo unos metros, y de ahí rumbo al encuentro, a la Plaza.
Desde dentro el no ver nada, hizo que de nuevo el tiempo me engañase, y la salida de allí me sorprendiera por su brevedad. Según íbamos llegando a pesar del sentimiento que me inundaba, aparecían a la vez destellos de tristeza, pues veía como un momento tan esperado llegaba a su fin, es por lo que prefería olvidarme de ellos y seguir viviendo en el presente. Pues se cogió la Mata de vuelta, y se demostró que muchos de los rumores con respecto a la cuadrilla, eran totalmente falsos, y como dice cierto costalero de la morena, ¡vaya cuadrilla de oro!
Llegamos pues al barrio, que al igual que los demás tramos se hizo cortísimo, pero a la vez el más satisfactorio, pues el trabajo había sido muy bueno y la morena llegaba de nuevo a su casa. Al llegar, la gran familia que conforma la hermandad se reflejó en el ambiente que se vivió al posar a la Señora, todos muy emocionados. Por último la foto de cuadrilla y a reponer fuerzas. La morena había salido otro año y con una gran salida.
Tocaba descansar pues los días siguiente y ver un poco de la Semana Santa de todos lados, disfrutando también desde fuera.
La andada capillita llegaba a su fin en la Madrugá. Tocaba vivir una sensación totalmente diferente, pues el Nazareno rachearía en silencio.
Legaba la noche y tocaba resarcirse del Domingo de Pasión.
El inconveniente fue que a pesar del silencio que tenía que reinar, por causas externas, se oía en la proximidad sones de otra banda, por el retraso de algunos pasos.
Aún así el rachear imperó durante toda la procesión al igual que los cantos dedicados por las corales. Era una estación de penitencia de reflexión y que se notaba que a diferencia de las demás, era de una duración más breve. La llegada fue también muy buena, llegando el Nazareno en su intimidad y posándose con el mismo silencio que le acompañó durante toda su estación.
El costal se alejaba por última vez de la cabeza hasta próximos eventos...
Y poco más que añadir, como Madrugá que era, nos toco engancharnos al televisor y disfrutar de la Semana Santa de Sevilla y de su arte.
Tuvimos un Viernes Santo manchado por la lluvia, y los demás días con temperaturas más frías pero que no influyó en la salida de los demás pasos.
Por último Domingo de Resurrección soleado... y señores cofrades al igual que esta semana se nos ha pasado muy deprisa el resto de año también lo hará.
Pronto alcanzamos vacaciones, después de estas nos unimos a la rutina, que nos lleva sin darnos cuenta de nuevo a muchos eventos, ensayos... y de repente nos encontramos de nuevo en estas fechas, así es que paciencia que nosotros seguiremos con el blog en Semana Santa durante todo el año.
Antes de irme al igual que mi compañero remarcó lo mejor y peor de su Semana Santa, le acompañaré con lo mismo.
Empezaré con lo peor pues siempre me gusta tener lo malo al principio para acabar disfrutando, y en este caso así pasó, preferiría el total disfrute pero no pudo ser, el Domingo de Pasión nos tocó vivir la peor pesadilla cofrade que es la lluvia.
Y lo mejor...es difícil pues se vivieron muchos momentos buenos, así es que pondré algunos.
La entrada en el Barrio con el Prendimiento, y las sensaciones que me hicieron vivir la cuadrilla y la hermandad de la Esperanza durante toda la estación de penitencia.
1 comentario:
GRAAAAN BLOOOG!ME HA ENCANTADOOOO!BESITOOS!
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