¿Quién eres tú, nazareno anónimo de Sevilla?, ¿Quién eres que un día siendo pequeño tomaste el habito de tu hermandad?, esa que era la de tú padre, tu abuelo o simplemente, la de tu barrio, la del barrio de tus mayores.
¿Quién eres?, nazareno que ya tienes la túnica planchada, colgada y que hoy solo piensas en que no llueva para poder, un año más y van ya no se ni cuantos, acompañar a tus sagradas imagenes por las calles de Sevilla y hacer estación de penitencia a la Santa y Metropolitana Iglesia Catedral de Sevilla, yo se quien eres. Yo hoy nazareno anónimo quiero decirte gracias, gracias por mantener las tradiciones de tus mayores, gracias por seguir dando testimonio de Fé en este siglo XXI de sobresaltos y espantos, gracias por participar con Cristo en su Pasión, Muerte y Resurección.
Pero también nazareno anónimo quiero pedirte algo, quiero pedirte que transmitas lo que aprendiste, que tus hijos conozcan a Dios, quiero pedirte que se lo presentes, que le ofrecas la posibilidad de conocerlo (la fé no se exige). Que tus hijos puedan, al menos, elegir ser ajenos a esta ola de desapego por Dios que nos azota, que les dotes de sentido crítico, de capacidad de razonamiento para que puedan al menos decir no a Dios, que no les sea algo impuesto.
Este contrasentido no lo es, nazareno, Dios es amor y si dotamos a nuestros hijos de la educación necesaria en el sentido crítico, dejemos que Él haga el resto. ¿Quién serán los nazarenos del siglo XXII si no educamos a nuestros hijos?, y es la falta de educación uno de los canceres de estos momentos de la historia, entendiendo por educación capacidad de discendir, fijate nazareno en el día a día, y dime tú, que ya empiezas a tener memoria de muchas cuaresmas, si no es el peor ataque a nuestra libertad, el bombardeo diario de mensajes que no hacen nada más que intentar dirigir nuestra voluntad.
Hasta Dios nos da la oportunidad de no ser creyentes, reivindida tu derecho nazareno a ser libre y transmite que la libertad es el mayor don de los hombres.
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