martes, 9 de junio de 2009

CURIOSIDADES Y ORÍGENES (IV)

¿Por qué se llama Pascua Florida?

Así llamaba el lenguaje popular a las fiestas pascuales. El antiguo catecismo había recogido la expresión cuando prescribía a los creyentes "comulgar por Pascua florida". Es un nombre plenamente justificado, porque la Pascua coincide con la estación en la que tras el letargo invernal, la naturaleza vive, de forma repentina y casi inesperada, la explosión de color, formas, perfumes, vida y belleza que denominamos primavera. "Pascua florida" une en perfecta armonía la fiesta cristiana, litúrgica, y la experiencia natural, profana, que subyace a ella. A mi me sugiere un problema que el clima de secularización de la cultura impone de forma cada vez más aguda a las comunidades cristianas y una pista -lo confieso, sólo incierta y germinal- para encontrarle respuesta. El problema es la tensión cada vez mayor entre el ideal litúrgico (¡la fiesta de las fiestas!); y la cruda realidad que la reduce para la mayor parte de sus miembros, por presión social, por necesidad real, o por las dos cosas a la vez, a unas breves vacaciones de primavera. Las respuestas que encuentran la mayor parte de las familias cristianas para no renunciar a los polos de esa fuerte tensión es incluir en el programa de las vacaciones fiestas y espectáculos tradicionales, generalmente procesiones, y asistir en condiciones mucho menos favorables que las de sus lugares de origen a la celebración de oficios religiosos masivos y muy poco participados. "Pascua florida" orienta hacia otra solución de esa tensión inevitable. La Pascua cristiana incorpora la conmemoración del Éxodo del pueblo de Israel, de las fiestas con que pastores y agricultores saludaban el renacimiento de la vida en las crías y en el brotar de las flores y sementeras, y la experiencia más general que supone para los seres vivos la primavera. Una invitación a hacer aflorar a la conciencia la necesidad de vida, de renovación que llevamos dentro de nosotros y que la Resurrección del Señor viene a confirmar y realizar en un nivel insospechadamente más profundo; una invitación a vivir la Pascua en esas experiencias humanas que son el encuentro con otros caminantes mientras volvemos a casa tal vez un poco desesperanzados, la escucha de palabras que ponen en ascuas nuestro corazón, ·la invitación a nuestra mesa a personas que pasan a nuestro lado, el compartir el pan que abre nuestros ojos, nos llena el corazón de alegría y nos hace decir con todo el convencimiento: "verdaderamente ha resucitado el Señor". ·La celebración sosegada, ya de vuelta en nuestras comunidades cristianas, de la cincuentena pascual nos permitirá después compartir con los hermanos y hermanas creyentes la fe y la esperanza pascuales y contarnos unos a otros cómo cada uno, a su modo, hemos reconocido o vamos reconociendo al Señor en nuestras vidas, de trabajo o de vacaciones, al compartir el pan.

Simbolismo en los huevos de Pascua

De todos los símbolos asociados con Pascua, el símbolo de fertilidad y nueva vida es el más identificable. Las costumbres y tradiciones de utilizar huevos han sido asociadas con Pascua por siglos. Originalmente los huevos se pintaban de colores luminosos y fuertes para representar la luz de primavera. Se utilizaban en concursos en los que se rodaban los huevos, o se intercambiaban como regalos. Amantes y admiradores se los regalaban entre sí como se hace con tarjetas de San Valentín en algunas partes del mundo. En la época medieval, tradicionalmente se regalaban huevos a los sirvientes. En Alemania, se les daban huevos a los niños acompañados de otros regalos de Pascua... Distintas culturas han desarrollado sus propias maneras de decorar los huevos. Huevos rojos se intercambian en Grecia en honor a la sangre de Cristo. En partes de Alemania y Austria, se utilizan huevos verdes para Jueves Maundy (Jueves Santo). Personas eslovacas decoran huevos con patrones delicados en dorado y plateado. Artistas austriacas hacen patrones pegando helechos y pequeñas plantas alrededor del huevo e después hirviéndolos. Al quitar las plantas queda un delicado patrón en un blanco reluciente. Los polacos y ucranianos utilizan diseños simples y colores fuertes, o decoran en el distintivo estilo pysanki (diseñar o escribir). Los huevos pysanki son obras maestras de habilidad y trabajo. Se le echa cera de abeja derretida al huevo blanco y después se baña en una serie de tintes sucesivamente. Después de cada baño se pinta con cera de nuevo. Eventualmente emerge un patrón complejo de líneas y colores. En Alemania y otros países se vacían los huevos en un plato hondo haciéndoles un agujero con una aguja y soplándolos para quitar su contenido. Las cáscaras se tiñen y se cuelgan en arbolitos y arbustos de Pascua durante Semana Santa. Los armenios decoraban huevos vaciados con imágenes de Cristo, la Virgen y diseños religiosos.

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