Llegaron las 6, y todos debajo del paso deseando oír el golpe de martillo.
El martillo sonó y el Nazareno comenzó a andar como el sabe, poco a poco…alcanzando las puertas de San Pedro para escuchar seguidamente el himno que daba comienzo a una tarde llena de sentimientos y agradables momentos. Sentimientos que empezaron a florecer con Saeta, una Saeta que para servidor, la banda toca como nadie puede hacerlo hasta ahora.
Gran acogida la que tuvo Ciudad Real al Domingo de Pasión y que se pudo ver a lo largo de todo el recorrido. En la salida, todo lleno, el Nazareno bajando la cuesta poco a poco sabiendo que el recorrido no era muy largo queríamos disfrutar.
Poquito a poco llegamos a Plaza donde la A.M. de los Reyes hizo una de sus primeras empalmadas de marchas y por lo tanto la primera vez que la cuadrilla se emocionaba dentro del paso, recordando para incrementar más la emoción que el pasado año no se pudo salir.
Llegando al Camarín, se pudo conseguir el andar que se esperaba, la concentración ya era del cien por cien y todos disfrutábamos de verdad. Un disfrute que llegó a la cúspide en el pasaje de la Merced, donde la rabia acumulada del año anterior salió de la cuadrilla convertida en fuerza y emoción. Momentos inauditos fueron aquellos.
Disfrutando con las marchas, con el olor a incienso, con la bulla….con el Nazareno.
El tiempo iba pasando, al igual que los relevos y el recorrido a pesar de andar solo una pesetita como dicen algunos.
Eran las 9 pasadas y tocaba recogerse, que mejor que con un marchón como A la Gloria… ¡Qué escalofríos recorrían en ese momento al costalero! ¡Cómo disfrutaba a pesar de saber que ya se acababa!
Alcanzamos la puerta de San Pedro y una vez dentro…Al Tercer Día, tocaba posar al Nazareno donde lo habíamos cogido y esperar que la madrugá, nos deje sacarlo de nuevo.
Poquito a poco llegamos a Plaza donde la A.M. de los Reyes hizo una de sus primeras empalmadas de marchas y por lo tanto la primera vez que la cuadrilla se emocionaba dentro del paso, recordando para incrementar más la emoción que el pasado año no se pudo salir.
Llegando al Camarín, se pudo conseguir el andar que se esperaba, la concentración ya era del cien por cien y todos disfrutábamos de verdad. Un disfrute que llegó a la cúspide en el pasaje de la Merced, donde la rabia acumulada del año anterior salió de la cuadrilla convertida en fuerza y emoción. Momentos inauditos fueron aquellos.
Disfrutando con las marchas, con el olor a incienso, con la bulla….con el Nazareno.
El tiempo iba pasando, al igual que los relevos y el recorrido a pesar de andar solo una pesetita como dicen algunos.
Eran las 9 pasadas y tocaba recogerse, que mejor que con un marchón como A la Gloria… ¡Qué escalofríos recorrían en ese momento al costalero! ¡Cómo disfrutaba a pesar de saber que ya se acababa!
Alcanzamos la puerta de San Pedro y una vez dentro…Al Tercer Día, tocaba posar al Nazareno donde lo habíamos cogido y esperar que la madrugá, nos deje sacarlo de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario