miércoles, 20 de abril de 2011

LA LLUVIA HIZO PRESENCIA UNA VEZ MÁS

Como bien decíamos ayer, el Martes Santo no presagiaba ni transmitía  buenas sensaciones a la vista de las previsiones esperadas. Según pasaban las horas, el día se nublaba aún más, vaticinando algo en lo que no queríamos pensar.
Se acercaba la hora de salir y nada era favorable, nubes cargadas, cielo cerrado, continuo chispeo...
La hora llegó y se decidió esperar media hora puesto que la base aérea de Almagro había comunicado que la débil lluvia cesaría a partir de las 20:00. Después de esa media hora, se decidió prorrogar la última media hora.
Fueron apareciendo algunos claros y estos fueron los que determinaron que las cofradías se arriesgaran a salir a la calle. Las lágrimas de pena se convirtieron en las de alegría, pero casi todos teníamos en mente que en cualquier momento todo se podría desvanecer de nuevo.
Los pasos salieron a la calle y las prisas por ir ajustados al horario ya cambiaban algo el disfrute de una procesión tranquila... era una sensación extraña.

A pesar de todo ello, antes de entrar en el Pasaje de la Merced la lluvia amenazó de nuevo, aunque no muy bruscamente, pero lo suficiente como para que un palio como el de la Esperanza tomará precauciones por su patrimonio y decidiera volver a su barrio lo antes posible. Mientras, el Cristo de Medinaceli se resguardó de la lluvia mientras que esta acaecía.

 A partir de aquí se vivieron momentos intensos, llenos de nerviosismo pero a la vez de compañerismo, trabajo...y todo por la unión que conforma un titular, en este caso, nuestra Esperanza.
La cuadrilla trató de llegar lo antes posible al barrio, con un paso vertiginoso, con una fuerza envidiable, con una casta y categoría, demostrando lo que puede dar y mostrar, demostrando su buen hacer.
También fue de envidiar el comportamiento de los nazarenos, que en ningún momento abandonaron a su Virgen, al igual que tampoco lo hizo Ciudad Real, porque todo aquel que se acercó a la Esperanza, la acompañó mientras la lluvia caía.
A pesar de ser una situación totalmente indeseable, fue a la vez un ambiente de calor de unión, que a servidor como costalero y cofrade, llenó bastante.
Una vez que llegamos a "casa", ya no llovía y quizás fue eso lo que entristeció a más de uno, viendo impotente como unas pocas nubes, rompen la ilusión, el sueño de todo un año.
Una vez que la Esperanza terminó su Martes Santo, todo el mundo esperó en el barrio a ver llegar al Cristo de Medinaceli y dar así fin a un año que nos ha dejado un muy mal sabor de boca.

Mientras en Sevilla, ocurría más de lo mismo...

PASIÓN SEVILLA
"Desde primeras horas de la mañana, la mayoría de cofradías del Martes Santo intuían que, este año, tocaba no salir. Lo tuvieron claro hermandades como el Cerro del Águila, los Estudiantes y San Esteban. Por hora, eran las primeras en tomar las decisiones y, con el tiempo en contra, decidieron abrir sus templos para que entraran los fieles en lugar de salir a la calle. En el caso de la hermandad de los Estudiantes, los pasos volvieron a la capilla universitaria desde la sede del Rectorado. Tras ellas vino San Benito que, igualmente, suspendió su salida.

El primer sobresalto lo daba los Javieres. Sorprendentemente, la hermana mayor en funciones, Maruja Vilches, sorprendía a los hermanos desvelando la votación secreta del cabildo en el que había habido un empate entre los miembros de junta a la hora de valorar si salir o no a la calle. Igualmente, Vilches explicaba que su voto de calidad había sido el decisivo para hacer lo “más responsable”, que era poner los pasos en la calle.

Pero a la hora de poner la cruz de guía bajo el dintel de la puerta, un fuerte chaparrón hizo reconsiderar la postura inicial y desistir de cualquier intención de salir a la calle.

La tarde se rodeó de chubascos intermitentes, lo que motivó a La Candelaria y a Santa Cruz a suspender la salida procesional como había sucedido con el resto de cofradías.

El Cecop informaba que, a partir de las 20:00 horas, las posibilidades de lluvia se reducían a un 30%. A esa hora tenía prevista su salida la hermandad del Dulce Nombre, que decide tomarse un tiempo para abordar cualquier decisión. A la corporación le garantizaban una noche tranquila en lo meteorológico ya que las posibilidades de lluvia iban a menos a medida que avanzaba la noche. A las 20:00 se le comunicaba a la hermandad que en 15 minutos llovía y, posteriormente, mejoraría el tiempo. Pero esa lluvia tarda casi una hora en aparecer, momento en el que la cofradía ya había tomado la decisión de poner el primero de los pasos en la calle. Se esperaba una lluvia débil, por lo que se restó importancia a que el Señor saliera bajo una llovizna. Pero la llovizna se convirtió, a los pocos minutos, en chaparrón y obligó a volver al paso de misterio y a todo el cortejo de nazarenos que se encontraba en la calle.

La imagen, dantesca, nos había ofrecido la peor imagen del Martes Santo: la de la barba de Jesús ante Anás despidiendo agua y la de un cortejo completamente roto por la lluvia y el desconcierto. "

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