lunes, 28 de noviembre de 2011

TERCER MILENIO

Para entender a buena parte del éxito de los capataces de hoy, hay que hablar en parte del magisterio que sobre ellos ofrecieron maestros como Salvador Dorado, que puso su saber en manos de Manolo y su hijo Antonio Santiago, Salvador Perales, Jesús Basterra, El Quiqui, Pepe Luque o Manuel Villanueva.


Como en el caso del apellido Ariza, han tenido continuidad otras dinastías, caso de los Santiago y Villanueva. Luego hay otro grupo que surge en parte por la herencia o por una clara afición, caso de Alberto Gallardo, Luis León, Fernando Moreno o Alejandro Ollero.


Pero hay otro factor que en la actualidad manda con fuerza en el mundo del martillo y la trabajadera, marcando paulatinamente el umbral de una nueva época, como puede ser el de las legiones de fieles costaleros al mando de su capataz, ejemplos claros son los de los hermanos Villanueva o el de Antonio Santiago y sus cuadrillas, que según dicen los mas antiguos, nos recuerdan en su peculiar estilo en los pasos de palio, y en la estatura de sus peones , a la ya ilustre y famosísima cuadrilla de los "ratones". Que no dudan en acudir, incluso desde otras provincias, a la llamada de su capataz, ya sea en hermandades de penitencia o de Gloria y a lo largo de todo el año.


Costaleros / Foto: Grupo ASA 24Repercutiendo en que se recupere de nuevo, el casi extinguido modelo de comunión capataz-cuadrilla, lo que en absoluto tiene que suponer la pérdida del cariño, ni del apego a las hermandades, ni siquiera la ruptura del modelo de hermano costalero, ni muchísimo menos la vuelta al trabajo asalariado. Este modelo, será aplicable según los casos, debido a la diversidad de cofradías.


Esta tendencia ha motivado la aparición de un nuevo sector dentro del mundo del costal, donde impera sobre cualquier circunstancia, el seguimiento hacia las labores maestras del capataz, en un nivel incluso superior que hacia el/la Titular que portan, siendo la inmensa mayoría de ellos aficionados.


Por lo tanto, nos vemos en la obligación de reseñar que sobre todo, hay que ser costalero, costalero sin adjetivos anteriores ni posteriores. Con la mentalidad puesta de que se acude a un bendito trabajo como es el de portar sobre la cerviz, los pasos del Señor y de su Bendita Madre, sin maquillajes de lo exclusivamente devocional, aunque oficial y equivocadamente se empeñen en afirmarlo.


Antonio Santiago y Auxiliares / Foto: Francisco Santiago
Sólo en lo profundo del alma debe constituir una estación de penitencia y no debe ser tratada idealmente como la de un hermano de luz. Valga como ejemplo el resumen de la arenga de un veterano capataz en una de sus cuadrillas: "Hay trescientos sesenta y cuatro días al año para rezar, hoy se viene aquí para estar concentrados y trabajar"



Por todo esto, no hay que olvidar que esencialmente, en el verdadero costalero siempre existirá una gran dosis afición, y en la afición sigue estando el futuro, por lo que es necesario recordar que los aficionados fueron la base de la mayoría de las cuadrillas tal y como hoy las conocemos.

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