sábado, 10 de noviembre de 2012

LOS SEISES DE SEVILLA (IV)

4. Los seises en la Octava de la Inmaculada y en el Triduo de Carnaval

 El baile de seises de la Inmaculada y de su Octava nació por derivación y a imitación del baile del Corpus y su Octava. Nada sorprendente, teniendo en cuenta que la Inmaculada es una de las celebraciones más importantes en el calendario litúrgico de la Iglesia y particularmente del de Sevilla. A partir del Concilio de Trento, fueron frecuentes las embajadas españolas que acudieron a Roma para influir, ante el Papa, en favor de la causa de la Inmaculada Concepción, petición apoyada también por los reyes que, en más de una ocasión, viajaron a la Ciudad Eterna con este mismo propósito.
 En Sevilla, "la tierra de María Santísima", como ha sido denominada por los escritores y oradores, el tema inmaculista se convirtió, sobre todo a partir de 1613, en verdadera pasión. Tan grande era el fervor inmaculista de los sevillanos que el pueblo y algunos personas importantes de la ciudad se reunían por la noche, en jubilosas manifestaciones; cantaban coplillas, rezaban oraciones, e incluso colgaban carteles con lemas como éste: "María, sin pecado original". Nada debe extrañarnos, por tanto, que el Cabildo hispalense decidiera, en 1578, que la Octava de la Inmaculada se celebrara de manera similar a la del Corpus:

"Este dicho día, mandaron que los menestriles y cantores celebren el octavario de Nuestra Señora de la Concepción según y como se celebra el octavario del Corpus Christi". Después de lo expuesto anteriormente, se comprende muy bien la importancia que ha tenido la fiesta de la Inmaculada en Sevilla, al menos desde finales del siglo XVI y, sobre todo, a partir del siglo XVII; que contara, ya desde finales del siglo XVI, con la celebración de una octava especial, unida a la fiesta; y que alguien la dotara económicamente, para colocarla en un rango de especial magnitud, similar al que tenía la celebración del Corpus. En 1654, treinta y ocho años después de que intervinieran los seises en la Octava del Corpus, el Veinticuatro Gonzalo Nuñez de Sepúlveda legó todos sus bienes al Deán y al Cabildo de Sevilla, para que la Octava de la Inmaculada se celebrara con la misma solemnidad y aparato que la del Corpus, incluyendo en ella también la danza sagrada de los seises. Los seises no han dejado de intervenir en el Presbiterio Bajo de la Catedral de Sevilla, en la Octava de la Inmaculada, desde entonces. Y lo vienen haciendo con el mismo esplendor, con la misma pompa e idéntico ceremonial de la Octava del Corpus, pues así lo quería don Gonzalo Núñez de Sepúlveda, y, además, porque "si a Sevilla se le llama Tierra de María Santísima, por igual razón se le dice Tierra de Jesús Sacramentado, pudiéndose atestiguar que es eucarística por mariana, como así mariana por eucarística, los dos amores esenciales del sevillano".

 El Triduo de Carnaval está formado por los tres días que anteceden al Miércoles de Ceniza, con el que se inicia la Cuaresma. La fundación del Triduo de Carnaval de la Catedral de Sevilla se debe a la fundación de don Francisco Contreras Chaves (+1682), quien, por testamento legó sus bienes al Cabildo, una vez hubiera fallecido su esposa, Ana María Veidaza. Sin embargo, la celebración del Triduo de Carnaval no se puso en marcha inmediatamente después del fallecimiento de doña Ana María (1691), ya que las posesiones de don Francisco resultaron insuficientes, por lo que la Catedral hispalense decidió añadir lo restante, a fin de que pudieran cumplirse los deseos de éste a partir de 1695. Así pues, el Triduo de Carnaval se celebró ese año, por vez primera, con solemnidad y grandeza similares a la Octava del Corpus. Actualmente, el Triduo de Carnaval sigue celebrándose con el mismo ceremonial que se acostumbra en la Octava del Corpus, y con los mismos bailes de seises, aun cuando, en realidad, resulte menos lucido, a causa del bajo número de público que concurre. De hecho, son muchos los sevillanos que desconocen su existencia.

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