miércoles, 21 de enero de 2009

UN GRAN ESCULTOR



Antonio Castillo Lastrucci (Sevilla, 27 de febrero de 1882 - 29 de noviembre de 1967), fue un escultor español, especializado en imaginería religiosa, que trabajó principalmente en Andalucía, aunque se encuentran obras suyas en diferentes puntos de la geografía española.

Fue el tercero de cuatro hijos que tuvo el matrimonio formado por Eduardo Castillo del Pino (sombrerero de profesión) y Araceli Lastrucci.

Fue discípulo del escultor Antonio Susillo Fernández, cuyo taller estaba frente a donde vivía el futuro alumno (hoy conocida como Antonio Susillo), y al que asistía gracias a que un sobrino del escultor le llevaba para hacer figuritas de terracota. Era tal la destreza que tenía que el futuro maestro dedicó más atención al nuevo alumno que a su propio familiar.

Durante la década de 1890 se forma en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Sevilla.

Llegado el año 1905 contrae matrimonio con Teresa Muñoz García, de esta unión nacen siete hijos: Antonio, Concha, José, Manuel, Amalia, Adolfo y Rosa. Al fallecer su primera esposa contrae segundas nupcias con Amparo León Retamar, de esta unión nace otra hija: Amparo.

Sus dotes como escultor le hacen ganar varios premios hasta que en 1915 la Diputación Provincial le concede una beca para estudiar en los museos de París y Roma, su primer destino iba a ser Roma, pero por la recién iniciada Primera Guerra Mundial no puede asistir, teniéndose que ir a estudiar a París, después, en Madrid, continúa ampliando conocimientos.

Su primer taller de trabajo lo instala en la empresa sombrerera de su padre, allí trabaja y desarrolla todos los géneros artísticos (relieves, bustos, grupos escultóricos, y los toros, su otra pasión) con mucha dedicación.

Poco después monta una academia de escultura (la primera que se crea) en un inmueble junto a la Basílica del Señor del Gran Poder. Esta empresa le duró poco más de año y medio debido a la escasez de recursos económicos.

Es en el año 1922 cuando le llega el primer trabajo que después terminaría siendo su línea de por vida, la Hermandad de la Bofetá de Sevilla le encarga unas imágenes para el paso del misterio de Cristo ante Anás. Un año después las figuras montadas en el paso salen en procesión con gran éxito, siendo elogiadas por todos.

En 1923 instala su taller en otro lugar de la ciudad y se dedica de lleno a realizar imágenes procesionales, las hermandades de Sevilla, Andalucía y otras regiones y ciudades españolas así como extranjeras le solicitan todo tipo de figuras.

Está considerado uno de los más grandes escultores imagineros del siglo XX, sobre todo en Sevilla al ser de los que más imágenes realiza para su Semana Santa. Tras el conflicto de la Guerra Civil Española, reconstruyó muchas imágenes que fueron destruidas en su proceso.


Su fallecimiento se produce por insuficiencia cardíaca. Como trabajador deja más de 450 imágenes realizadas con sus manos.

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