¿Quién eres tú, nazareno anónimo de Sevilla?, ¿Quién eres que un día siendo pequeño tomaste el habito de tu hermandad?, esa que era la de tú padre, tu abuelo o simplemente, la de tu barrio, la del barrio de tus mayores.¿Quién eres?, nazareno que ya tienes la túnica planchada, colgada y que hoy solo piensas en que no llueva para poder, un año más y van ya no se ni cuantos, acompañar a tus sagradas imagenes por las calles de Sevilla y hacer estación de penitencia a la Santa y Metropolitana Iglesia Catedral de Sevilla, yo se quien eres.
Pero también nazareno anónimo quiero pedirte algo, quiero pedirte que transmitas lo que aprendiste, que tus hijos conozcan a Dios, quiero pedirte que se lo presentes, que le ofrecas la posibilidad de conocerlo (la fé no se exige). Que tus hijos puedan, al menos, elegir ser ajenos a esta ola de desapego por Dios que nos azota, que les dotes de sentido crítico, de capacidad de razonamiento para que puedan al menos decir no a Dios, que no les sea algo impuesto.
Este contrasentido no lo es, nazareno, Dios es amor y si dotamos a nuestros hijos de la educación necesaria en el sentido crítico, dejemos que Él haga el resto.
Hasta Dios nos da la oportunidad de no ser creyentes, reivindida tu derecho nazareno a ser libre y transmite que la libertad es el mayor don de los hombres.
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