La asistencia no fue de las más numerosas, influyó la meteorología y asuntos laborales.
En cuanto al ensayo, fue algo breve y en realidad fue buena la decisión del cuerpo de capataces porque al igual que no se trabaja bien con mucho calor debajo de un paso, lo mismo pasa con frió.



El frío no afecta al cansancio del costalero, pero si lo deja engarrotado y menos suelto a la hora de andar. Y siendo esta una característica muy importante, por no decir la más importante del Nazareno, el ensayo no fue del todo satisfactorio.

Al final, según iba pasando algo de tiempo, el paso andaba mejor pero se quedaba muy lejos de lo que en verdad puede hacer.
Terminó el ensayo y como siempre, fuimos a la casa de hermandad a tomarnos unos refrescos y a comernos el bocadillo de todos los ensayos. Algo que vino muy bien, no solo para reponer fuerzas, sino sobre todo para estar calentitos un tiempo.

Una vez que salimos de la casa de hermandad del Nazareno, fuimos a la de la Esperanza, donde había una convivencia con la Hermandad del Medinaceli.

Allí además de tomarnos algo, charlamos como siempre sobre temas cofrades y alguna que otra risa que echamos con los piques entre macarenos y trianeros.



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