Sin fe el Costal es nada más que una vestidura apropiada para realizar un trabajo. El llamador es golpe frío de metal que da órdenes. El respiradero como celosía para recibir un poco de aire, de oír las órdenes que se van dando. La trabajadera es madera donde poner el cuello y la espalda.
El capataz, como un jefe que dirige y da órdenes. Las flores, la cera, la música, el incienso, el azahar, como elementos hermosos de una estética sublime. Todo es hermoso, pero todo está muerto...
En cambio, con la fe el costal es cilicio y es corona. Corona que se pone sobre la cabeza y con cilicio punzante en la espalda, porque no hay mayor honor y corona que llevar sobre los hombros a la Imagen del Hijo de Dios o a Nuestra Señora la Virgen Santísima.
El respiradero se hace oído por donde entra en el corazón de las gentes que están en el recorrido que comunican su oración y sus sentimientos. Con la fe todo se transforma y vive de una manera distinta.
Las flores, la música, el incienso, el azahar, todo absolutamente todo, está hablando del Señor Bendito y Resucitado que con su Pasión y Muerte nos mereció tanta bondad, tanto bien.
Fray Carlos Amigo Vallejo (Arzobispo de Sevilla)
Arte Sacro
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