Sabíamos que la probabilidad de salir a la calle era muy baja, pero que mejor día que este para guardar esperanzas. Horas antes de la procesión, la lluvia era agresiva e incesante, dibujando la tristeza en la cara de todo hermano que esperaba la hora de salida.
Según se acercaba el momento, un espejismo se cernió sobre la cabeza de más de uno, pues el cielo aunque levemente, se abría y dejaba ver un color que significaba todo en estos días para los cofrades, el azul. Los preparativos eran los de siempre, por si se daba el caso de que la hermandad decidiera salir a la calle y si a esto le unimos la esperanza que cada uno acomodamos en nuestra mente, las probabilidades de hacer la estación de penitencia aumentaban, creyendo que al igual que el año anterior se escucharía la afirmativa resolución de salir.
Momentos previos a la decisión que marcaría este Martes Santo, el tema de conversación común era como no, el tiempo. Pero cuando en el ambiente se respiraba que la decisión estaba en pleno desarrollo, de nuevo se envileció todo y la tensión volvió a todo hermano.
Cuando algunos de los responsables de la toma de decisión salieron, no hacían falta palabras para conocer la resolución, pero aún así nuestra esperanza y nuestra voluntad de salir a la calle, la pedía ¡pedía algo contundente y rotundo!
El posterior no, convirtió la resolución negativa en lágrimas y en echar abajo todo el trabajo de un año. Solo quedaba ver la cara a Nstra. Sñra de la Esperanza, enseñársela a Ciudad Real y rezarle para que en el 2013, el Martes Santo vuelva a ser un día teñido de verde y con olor a incienso, con tacto de alpillera… que el Martes Santo sea de nuevo nuestro día.
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