Hablando de la calidad de la enseñanza y del desconocimiento de las humanidades, le preguntaba el otro día a Gómez Marín:
-- ¿Cuántos escolares que entren en el Museo del Prado pueden comprender la iconografía de mitología clásica pintada en los cuadros, Eros y Leandro, el cisne de Leda, el rapto de Europa, la fragua de Vulcano?
-- Ninguno...
Le haría ahora a Gómez Marín parecida pregunta:
-- ¿Cuántos chavales a los que sus padres lleven estos días a ver las cofradías, como no han estudiado en el colegio ni siquiera Historia de las Religiones, ni Historia del Arte, y viven en familias apartadas de la práctica religiosa católica, podrán comprender las escenas evangélicas representadas en los pasos?
-- ¿Cuántos escolares que entren en el Museo del Prado pueden comprender la iconografía de mitología clásica pintada en los cuadros, Eros y Leandro, el cisne de Leda, el rapto de Europa, la fragua de Vulcano?
-- Ninguno...
Le haría ahora a Gómez Marín parecida pregunta:
-- ¿Cuántos chavales a los que sus padres lleven estos días a ver las cofradías, como no han estudiado en el colegio ni siquiera Historia de las Religiones, ni Historia del Arte, y viven en familias apartadas de la práctica religiosa católica, podrán comprender las escenas evangélicas representadas en los pasos?
La respuesta, probablemente, sería tan descorazonadora como la del Museo del Prado. Salvo niños de chaquetita azul concursantes de competiciones capillitas que identifican a Pilatos nada más ver el asa de la palangana, se ha debido de retroceder bastante en la común comprensión de las escenas evangélicas representadas. En el chiste cofradiero, aquel andaluz al que un guiri protestante le preguntaba quién era el mandamás romano de la blanca clámide sabía perfectamente no sólo que era Pilatos, sino que precisamente fue Don Poncio quien por poco nos deja sin Semana Santa, si llega a absolver a Cristo y no lo crucifican.
La cultura media de un andaluz sobre la iconografía de la Pasión era antes como ahora la de un licenciado en Historia del Arte. Los pasos de misterio no eran ningún misterio para el conocimiento medio de la iconografía pasionista. Sin salir del DRAE que hemos citado, en cuestión de pasos de misterio, en esta sociedad laica que todo lo va ignorando acerca de las religiones hemos pasado de la acepción 5 a la acepción 3 de la palabra "misterio". "Misterio" era la acepción 5: "Cada uno de los pasos de la vida, pasión y muerte de Jesucristo, cuando se consideran por separado". "Misterio" es ya para muchos la acepción 3: "Cualquier cosa arcana o muy recóndita, que no se puede comprender o explicar". ¿Quién sabe ahora por qué Judas era tan besucón?
Antonio Burgos.
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