-Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.
Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.Entonces Jesús les dijo:
-Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo.
Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa pero no sea como yo quiero, sino como tú».
Volvió luego a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro:
-¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? 41 Velad y orad para que no entréis en tentación;a el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Otra vez fue y oró por segunda vez, diciendo: «Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad».
Volvió otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Y dejándolos, se fue de nuevo y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. Entonces se acercó a sus discípulos y les dijo:
-¡Dormid ya y descansad!Ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores.¡Levantaos, vamos!
Ved, se acerca el que me entrega.
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