jueves, 12 de julio de 2012

HERMANDADES DE SEVILLA DEL SIGLO XVI (V)

La Cofradía de la Cárcel Real

disciplinantes
No todo fueron procesiones públicas. Una peculiar cofradía de penitencia aparece a fines de siglo en la Cárcel pública de Sevilla, cuya existencia no es muy considerada por los cronistas oficiales de la Semana Santa, quizás por el reducido entorno en que se desenvolvía. Fue creada por el Padre León, un jesuita que ejercía su ministerio pastoral entre los presos. Empezó como una hermandad anti-blasfemia y terminó como cofradía de penitentes. La procesión desfilaba el Viernes Santo por el interior de la cárcel, con disciplinantes e insignias, como cualquier otra cofradía sevillana; contaba incluso con una pequeña "bolsa de caridad" con la que se libraban algunos presos por deudas. Pero dejemos que nos lo cuente el propio Pedro de León en su "Compendio...":
"Procuré con muchas veras estirpar el abuso notable que había en las cárceles de jurar y blasfemar, predicándoles de los males y daños que han venido al mundo por este vicio. Y para más obligarlos, hice una cofradía o congregación del nombre de Jesús contra los juramentos, en la cual se asentaron todos los que actualmente estaban presos entonces, y se iban asentando los que de nuevo entraban y estaban algún tiempo presos; y se avisaban unos a otros cuando se oían jurar, que era una de las reglas de la cofradía, y aprovechaba mucho este cuidado, e hiciéronse algunos años las fiestas con mucha música y muchos señores de los oidores y alcaldes, que se hallaban en ellas; y alguna vez el señor Regente y el Asistente y los treinta de la Congregación (2) que después se instituyó y a la Misa comulgaron estos caballeros y algunos de los presos, cosa que causaba mucha devoción, predicándoles a las Misa algunos de los Nuestros.
Y llegó a tanto su devoción que no se contentaron los presos con que fuese esta cofradía para estorbar pecados, no jurando, sino para hacer penitencia de lo que habían jurado, y el Viernes Santo hacían por dentro de la cárcel su procesión de azotes y sus insignias, como si fuera por las calles y con mucha sangre, y azotábanse con tal denuedo que hasta caían por ahí desmayados. No había quien les quitase las diciplinas de las manos y era tan de ver la procesión, que venían gentes de fuera de la cárcel a verla, y decían que no había ninguna tan devota con sus pasos de la pasión y su estandarte y sus bocinas y muy gran número de disciplinantes, todos presos, y con muy grande concierto, y a la verdad como era dentro de la cárcel parecía que tenía un no sé qué de correspondencia con los azotes, que le habían dado a Nuestro Señor Jesús en la cárcel y prisión.
De lo que sobraba de la cera y del gasto para la fiesta se sacaban presos de deudas o de los que estaban por algunas costas; y todos estos gastos eran de las penas que se les llevaban a los que juraban, y de lo que dentro de la misma cárcel se juntaba de limosna que pedían así los que venían a ver los presos, como de lo que se les pedía a ellos mismos".

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