miércoles, 29 de agosto de 2012

HISTORIAS Y ANÉCDOTAS (II)

A finales de los años setenta,un hombre natural de Madrid y establecido allí quiso venir a conocer la Semana Santa de Sevilla,animado por su hijo de 15 años.  A este hombre la vida parecía sonreirle,todo corría con viento a su favor; su situación económica,sus amigos,su familia,su posición social considerada y distinguida...

Este hijo suyo había visto fotografías de la Esperanza de Triana y todo su interés era verla en la Madrugada del Viernes Santo; le parecía una imagen extraordinariamente bella,algo fuera de lo común. El padre,un tanto escéptico,lo escuchaba y sin querer quitarle la ilusión accedió a ver lo que para el era una Virgen más,que no destacaba precisamente por su belleza.
 Cuando en medio del clamor y del entusiasmo apareció la Esperanza,el hijo acunado por los gritos que le decían ¡guapa! y los aplausos quedo maravillado y sonriente,feliz de contemplar aquello que consideraba un prodigio. Al padre,los piropos le parecían provenientes de partidismo y fanatismo de algunos,algo que no se correspondía con la realidad del rostro de la imagen. Pero lo que verdaderamente le llamo la atención fue lo siguiente: de los ojos profundos de la Esperanza,este hombre veía caer lágrimas de verdad. Restregándose los ojos,no quería creerselo, pero la miraba una y otra vez y por más que lo hacía, más lágrimas veía caer de aquellos ojos negros.

 Sorprendido,volvió a su ciudad sin querer prestarle demasiada atención al tema. Pensaba que sería el efecto de la cera,o de una sugestión mental... El hijo había quedado prendado de la Esperanza.
Tanto fue así que al año siguiente volvieron otra vez ante la insistencia de él que no queria perderse a la Virgen trianera caminando por sus calles.
El padre,para autoconvecerse de que lo vivido el año anterior había sido una enagenación mental,acudió también con el hijo a contemplar el tránsito de la cofradía.

 De nuevo la felicidad del hijo y la puesta en duda del padre de la supuesta belleza proclamada de la imagen. Claro que en medio del delirio de los trianeros y de la felicidad de su hijo,no dijo nada de esto, pero la sorpresa le hizo temblar las piernas cuando vio de nuevo brotar llanto de los ojos de la Virgen. Confuso le pregunto a su hijo: ¿No...no te parece que llora de verdad? ¿De verdad? Si,si,de verdad...¡Mira!¡Le caen lágrimas! Papá las lágrimas son de cristal,como todas las imagenes... Su hijo no veía aquello.

Algo sintió en su interior este hombre que le dejó el espíritu preocupado,no se podía explicar como le podía pasar eso a él

.A los pocos meses de volver a Madrid,el hijo cayó enfermo y lo que parecia una simple enfermedad era la tapadera de algo mucho mas grave;el cancer había minado el cuerpo del joven, que en tres meses murió.

Todo fue derrota para este hombre; la vida le había sonreido, pero ahora le daba la espalda y se encontró con el vacío sin sentido de su dinero,de su situación y de su consideración social, pero nada de eso le valía.
Todos los días y las noches tenía un afan descabellado:cbuscar a su hijo,que el consideraba tan solo perdido,como si recuperarlo fuera un hecho factible.

Aquella Semana Santa quiso volver para ver a la Esperanza,la Virgen que tanto gustaba a aquel que se había ido.Cuando apareció el Paso de Palio, rompió a llorar acordándose de la felicidad de su hijo al vivir esos momentos los dos años anteriores.Temeroso de encontrarse con algo que no comprendía, miró el rostro de la Virgen. Era la misma,pero...¡no lloraba...,le sonreía!.Le pareció entonces la imagen mas bella del mundo...¡¡Si,era guapísima,más todavía!!.Pensó que cómo no se dio cuenta antes y en ese momento,la búsqueda de su hijo perdido se la resolvió en la Esperanza, pues en su interior,sintió como le decía estas palabras:¡Está conmigo!,¡Está conmigo! Comprendió entonces este hombre que su hijo viviría eternamente identificado con aquella Virgen y que era el amor,la fe y la devociónn de su hijo y de todos los trianeros lo que esculpía la belleza del rostro moreno de la Esperanza de Triana.

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