lunes, 29 de abril de 2013

COSTALEROS DE OTROS TIEMPOS

Se forjaron en otra época, cuando quienes se metían debajo de los pasos venían del muelle y desde el Domingo de Ramos al Sábado Santo se ganaban un buen jornal en las trabajaderas mientras el resto de Sevilla disfrutaba de la Semana Santa.

Eran los costaleros profesionales, aquellos que a fuerza de buscarse el pan para llevar a casa no les importaba que los pasos diesen «jabón» o «leña». Cuadrillas míticas como las de los «ratones» de Rafael Franco o a las órdenes de Luis Rechi, Domingo Rojas, Salvador Perales, El Penitente... de ellos ya quedan muy pocos. Empero, el jurado del tradicional premio «Jarrillo de Lata» ha decidido este año otorgar su galardón a «La esencia de los costaleros de Sevilla», por ser la semilla de las cuadrillas de hermanos que hoy todos conocemos.

Y lo ha hecho en la persona de dos míticos costaleros profesionales:_Francisco Reyes Páez «El Boli», el último de los «ratones», y Manuel Mercado «Manolín», que a sus 72 aún sigue metiéndose debajo de un paso. Dos nombres, como escribimos, de otros tiempos pero que convierten el prestigioso premio en oro, como sus costales cuando, un día sí y otro también, se ceñían de tal manera que aguantasen toda la Semana Santa.

Articulo: http://www.pasionensevilla.tv/


" El Boli se muestra sorprendido por este premio. «No lo esperaba —le dice a este periodista cuando le doy la enhorabuena—. Bueno, será por algo que he hecho bien». Albañil de profesión, comenzó desde muy pequeño a meterse debajo de los pasos, con apenas 14 años. «Salía uno de trabajar y se metía debajo del paso el Domingo de Ramos y ya no se paraba». Tanto que, en una ocasión, como refiere, incluso llegó a sacar dos cofradías un mismo día. «Fueron las de Montserrat y la Soledad de San Buenaventura, el Viernes Santo. El capataz era José Ramos y como hacía falta gente en una de ellas, encerramos una cofradía y unos pocos nos fuimos a encerrar la otra». 

 Un dinero que se ganaba en una semana y que servía, muchas veces, para seguir tirando con más tranquilidad. ¿Y había cofradías que pagaban mejor que otras? «El Gran Poder pagaba más que las demás, pero era porque nos hacía descansar el Jueves Santo. Incluso ese día estábamos en la Hermandad para que así no hubiese ninguna tentación (ríe). Al final no era un descanso». Recuerda a Rafael Franco como «un hombre extraordinario, el más sencillo que he conocido. Y_sus tres hijos, muy competentes». Ve ahora la Semana Santa por televisión y no duda en señalar que «hay muchos pasos que andan muy bien, hay muy buenas cuadrillas», sobre todo porque los costaleros «tienen mucha experiencia ya que ensayan mucho. Nosotros, antes, hacíamos la “mudá” y la “desarmá”_y ya está». Y no tiene reparos en señalar que el palio que más «jabón» le dio «fue el de La Estrella». Manolín Mercado es el último de los costaleros profesionales que sigue metiéndose debajo de un paso. 


Tiene 72 años y lleva 48 sacando a la Quinta Angustia. Dice que «este año, si no llueve, será el último, ya me retiro». Y_al igual que El Boli, comenzó con «14 ó 15 años. Yo trabajaba primero en el mercado del Pópulo en Triana, en carga y descarga, y luego en Mercasevilla», y nunca, salvo el año del Servicio Militar «he dejado de sacar pasos». Sólo tiene palabras de agradecimiento para quienes fueron sus compañeros y capataces, en especial «Luis Rechi, mi capataz y mi compadre, y sus hermanos Manolo, Antonio y Pepe». Y nombra también, como no podía ser de otra forma, a «Rafael Franco “El Fatiga”, El Moreno, compañero primero y luego capataz...». Con esta afición ganaba un dinero pero, como señala, «al final me costaba por lo que dejaba de ganar en el trabajo», y eso que casi ha sacado a todas las cofradías. «De la Madrugá, por ejemplo, de las seis que hay no he sacado ni al Calvario ni al Gran Poder. Pero, por ejemplo, con el Sentencia he ido muchos años debajo». 

 Considera que el mundo del costal «ha cambiado el cien por cien. Antes, 48 costaleros hacíamos toda la estación. Y_ahora me he enterado que hay hasta dos o tres cuadrillas por paso. Increíble». Lo dice quien ahora mismo se mete con chavales de veintitantos. «Hombre —sonríe— algún consejillo sí que puedo darles...». 

 Si Dios quiere, será su último año, algo que agradecerán en casa, «sobre todo mi mujer, que ha visto muy poca Semana Santa conmigo»".