domingo, 1 de marzo de 2009

LA (DES) MEMORIA HISTÓRICA (II)





Se olvida además, que estas hermandades tuvieron que pasar en su época por un arduo proceso hasta su aprobación por las autoridades eclesiásticas. Da la impresión de que actualmente muchas de estas asociaciones quieren “saltarse” etapas y llegar de hoy para mañana a la Catedral. Este espíritu de celeridad se ve influido ciertamente por un mal propio de nuestro siglo y que se resume en una frase: “Tenemos derecho a … (póngase aquí lo que proceda). Para completar la visión de conjunto, “mete palito en candela” el erróneo concepto que se tiene de la hermosa palabra “igualdad”, confundida la mayoría de las veces con el ramplón “igualitarismo”.


Nadie discute hoy el derecho de los demás a constituirse en hermandades o asociaciones de fieles, lo que es más discutible es que para llegar a esos fines, haya que devaluar lo ya constituido. Y en esta devaluación, aparecen algunas pinceladas más propias de la lucha de clases que de la Semana Santa, cuando se juega a un ficticio antagonismo entre hermandades del centro y del extrarradio, asignando a cada una de ellas realidades sociales cerradas, ignorando el amplio abanico social y cultural que se encierra en las listas de una cofradía.

Las hermandades no enarbolan hoy día sus siglos de antigüedad por vanagloria hueca como antaño, simplemente nos están diciendo que la grandeza, la mesura y la belleza de la Semana Santa se debe a esos anónimos cofrades que hace trescientos o cuatrocientos años supieron legar a sus hijos y herederos su devoción. Y como todo tiene una medida, no convirtamos la Carrera Oficial, que es simplemente un camino para llegar a la Catedral, en un “sambódromo sacro” donde desfilen sin pausa cofradías y nazarenos.

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