De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían:
descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.
Dios.
-Deja, veamos si viene Elías a librarlo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él. Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo:
-Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo:
-A Elías llama éste.
Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de
vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. Pero los otros decían:
-Deja, veamos si viene Elías a librarle.
Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que había dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.
El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron:
-Verdaderamente éste era Hijo de Dios.
Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole,
entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
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