Sería una cuestión obvia pensar que por sus mentes pasara la idea de que se les estaba quitando su pan, con la incorporación de hermanos costaleros y aficionados para hacer el que siempre fue su trabajo, por lo que gran número de los antiguos fueron reacios a mostrar informaciones y conocimientos, perdiéndose de este modo la oportunidad histórica que se nos brindó, de haber podido preservar toda el oficio y la sabiduría, la cual había perdurado hasta aquel momento y por lo tanto, se fueron sin enseñar. De modo que, la inmensa mayoría de las primeras cuadrillas de hermanos costaleros, junto a otro elevado número de capataces se formaron de una manera autodidacta, con lo que gran parte de los antiguos conocimientos y técnicas estuvieron relegadas al olvido.
Aún existen veteranos costaleros tradicionales, ya retirados, que se niegan a ir al centro en Semana Santa para ver el trabajo de los que ellos siguen llamando “los niños”. Por el contrario, existieron otros muchos que enamorados del viejo oficio, y rebosantes de afición, se adaptaron al nuevo modelo imperante, para los que el salario era algo complementario y solo les importaba la tradición de ser costalero.
Siguieron como costaleros, aguaores, o contraguías y algunos otros, posteriormente, como capataces. Ejercieron, y aún ejercen aún como verdaderos maestros, instruyendo y aconsejando a los nuevos costaleros a la hora de trabajar debajo de los pasos o elegir y hacerse la ropa, verdadera herramienta en la tarea de portar los pasos, dándole el valor adecuado que se precisa para este menester. Difícil es ver hoy día, a alguno de los antiguos con un quiste de grasa a la altura de la séptima cervical, por motivo de haber hecho malos trabajos en sucesivas corrías, dando con ello evidentes muestras de oficio y sagacidad, hoy día casi desconocidas en este aspecto. Siendo la fuente viva del conocimiento y parte de la filosofía actual.
Por todo esto, por lo que de ustedes aprendimos, por vuestra desmedida afición y buen hacer, que no ha habido ni habrá dinero en el mundo para recompensar vuestra labor callada durante tantísimos años, valgan estas líneas como muestra de reconocimiento, respeto y admiración a los Ricardo Gordillo Díaz “El Balilla”, Rafael Antonio Díaz “el Poeta”, Gonzalo Santiago Gil, Cándido Cabello“ Cándi ”, Barroso, Oliva, Eduardo Vargas Los hermanos Domínguez... y a toda esa pléyade de antiguos costaleros anónimos que se dejaron sangre sudor y lágrimas sacando a la calle nuestras cofradías y hoy día arrastran con orgullo costalero, las secuelas de aquellos trabajos.
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