Y San Pedro nos dejó pasar. Nos abrió las puertas de la Catedral para que Nuestra Madre, Reina de Dulzura y Esperanza fuera acogida en la casa de Nuestra Patrona.
Cinco días, cinco días en el que el sueño de muchos cofrades de Ciudad Real se hizo realidad. Cinco días para rememorar como Cristo fue prendido en el Huerto de los Olivos. Cinco días para ahondar en el Consuelo de María. Cinco días para contemplar la Buena Muerte de Cristo en la cruz por nosotros. Cinco días para refugiarnos en la Esperanza de una Madre que quiso acompañar a su hijo hasta el final, sabiendo que resucitaría.
Un sueño del que ninguno queríamos despertar...
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